“Para asombro de todos, ¡el vulgar insurgente ha ganado!” Así escribió un ministro de relaciones exteriores británico en sus diarios el 9 de noviembre de 2016 después de que Donald Trump venciera a Hillary Clinton a la Casa Blanca.
“Esto se parecía notablemente a un abuso de poder”. Así escribió la entonces primera ministra en sus memorias después de despertarse para darse cuenta de que un Washington dirigido por Trump había dicho que las tropas estadounidenses serían retiradas de la lucha contra el grupo del Estado Islámico en Irak y Siria “sin ninguna referencia al Reino Unido y otras naciones cuyas tropas estaban operando junto a ellos”.
Sir Alan Duncan y Theresa May son los autores de estas observaciones, que el actual primer ministro, Sir Keir Starmer, haría bien en notar al reflexionar sobre la diferencia que una presidencia de Trump o Kamala Harris podría hacer a la llamada relación especial entre el Reino Unido y los Estados Unidos.
“Tratar con Donald Trump y su administración fue como tratar con ningún otro líder mundial, escribe la ahora Lady May en un libro que reflexiona sobre su carrera.
Era un presidente americano como ningún otro.
También habrá desafíos si gana el vicepresidente demócrata.
Todavía no ha conocido a Sir Keir y ha mostrado una afinidad limitada por Europa, pero será una presidenta mucho más convencional que su rival.
En la oportunidad de que Sir Keir pensara que las cosas podrían ser diferentes esta vez si Trump gana la próxima semana, los últimos días le mostraron lo contrario.
La acusación de interferencia electoral hecha por la campaña de Trump - cortesía de un post de LinkedIn, en el mejor de los casos, tontamente escrito - voló en una escupida transatlántica.
“Esto necesita ser visto por lo que es.
Ha ocurrido cada elección, cada partido político lo hace”, me dijo Sir Keir, en referencia a la gente que se ofrece como voluntario para trabajar por un lado u otro en las elecciones estadounidenses.
Pero la diferencia era obvia.
En ocasiones anteriores no ha causado una fila todopoderosa.
Fue un recordatorio de que el Equipo Trump puede ser descarado, impredecible y tener un largo recuerdo de los desaires percibidos - y no parece dar nada realmente sobre su relación con el gobierno británico.
¿Qué diablos podría pasar con la más apreciada asociación del Reino Unido en el extranjero si Trump gana?
Hasta la última semana, las cosas habían ido bien para el nuevo primer ministro y las relaciones con Estados Unidos.
Hace unas semanas, Sir Keir y el Secretario de Relaciones Exteriores David Lammy estaban en Nueva York para reunirse con el ex presidente, conmigo acompañándolos.
Teetering en un pavimento en la Quinta Avenida con la torre Trump de 58 pisos detrás de mí, estábamos tratando de perfeccionar el ángulo para la transmisión por lo que la garish gold typeing deletreando “TRUMP TOWER” era visible para los espectadores, incluso si un camión gigante voló por el camino mientras empecé a hablar.
Creo que lo logramos.
Pero un acto de equilibrio similar se enfrentó a los dos hombres.
Estaban en Nueva York para la Asamblea General de las Naciones Unidas, pero gran parte de la charla en el viaje no se trataba de que se reunieran con uno de los líderes mundiales presentes, sino de si podían tener tiempo con un candidato que espera convertirse en uno: Donald Trump.
Y sí tuvieron esa reunión, que le dice bastante sobre el trabajo que los diplomáticos británicos en Estados Unidos y Londres han estado haciendo, y la determinación de Sir Keir y el Sr. Lammy de construir puentes con el hombre que puede ser presidente de nuevo en poco tiempo.
El primer ministro más tarde me dijo en el noticiero de la BBC que “ambos queríamos asegurarnos de tener una buena relación”.
Añadió: “Me corresponde a mí, como primer ministro, asegurarme de tener una buena relación con quienquiera que sea el presidente.
“Creo firmemente en las relaciones personales.
Tener la capacidad de, según sea necesario, recoger el teléfono para resolver los problemas o hablar de los problemas.
Así que fue una buena cena y estoy muy contento de que hayamos logrado hacerlo”. Me alegro, sin duda, en parte debido a los cubos llenos de citas deshonestas que hay sobre Trump, sobre todo de David Lammy, quien una vez describió a su anfitrión como un “sociópata odia-mujer, neo-nazi-simpatizante” y una “tirante en un tupé”.
No hay escasez de esqueletos verbales en el armario del Laborista acerca del hombre que pronto podría estar de vuelta en la Oficina Oval.
En términos políticos, una presidencia de Trump probablemente traería un cambio rápido - en el cambio climático, en el comercio internacional (atraer impuestos a la importación, aranceles) y en Ucrania.
A diferencia de una administración de Harris, probablemente ofrecerían al Reino Unido un acuerdo de libre comercio, pero parece poco probable que los términos de ello tientan a Londres a firmar.
Entonces, ¿qué hay del rival demócrata de Trump, el vicepresidente Kamala Harris?
Las sutilezas diplomáticas sugieren que si conoces a un candidato en un concurso de elecciones extranjeras, también conoces al otro.
Pero eso no es probable que suceda con Harris, a pesar de que Sir Keir visitó Estados Unidos tres veces desde julio.
No 10 culpa a las presiones sobre el diario del vicepresidente en una campaña electoral.
Vale la pena decir lo obvio también – mientras que Sir Keir y Harris nunca se han conocido, ella es una cantidad mucho más conocida y mucho más probable que sea convencional en su enfoque de alto cargo que su rival.
Y Sir Keir se ha apartado de su camino para pasar mucho tiempo con el presidente Biden en los últimos cuatro meses, incluyendo dos viajes a la Casa Blanca y una reciente reunión en Berlín.
Una manera imperfecta de entender cómo podría gobernar su vicepresidente –y sin oportunidad de construir una relación personal– pero no del todo inútil para conseguir algo de control sobre ella.
Oh y vale la pena hacer un punto de vista muy grande también – quienquiera que gane.
Cada vez más, la atención de Estados Unidos se centra en el aumento del este y, en particular, de China.
Europa le importa menos a Washington que a él y eso es cierto cualquiera que sea el resultado.
Y así Westminster y el mundo esperan.
Pase lo que pase, espere que la conversación se dirija rápidamente a si y cuando el primer ministro recibe una invitación temprana a Washington en el nuevo año.
Habrá una cola de líderes que se dirigirán a la Casa Blanca.
¿Y qué hay de una visita de estado al Reino Unido –como Donald Trump se divirtió en 2019– para un presidente que regresa como ningún otro o para la primera mujer presidenta de Estados Unidos?
Veamos.
Entre ahora y las elecciones estadounidenses del 5 de noviembre, los corresponsales de la BBC en todo el mundo están explorando el impacto que su resultado podría tener en dónde están, y lo que la gente de todo el mundo hace de esta carrera de la Casa Blanca.